martes, 30 de noviembre de 2010

Expectativas y Realidades

¿Cuántas veces has esperado en anticipación la llegada de cierto momento, lo has pensado una y otra vez, y lo has ideado de una manera perfecta, como de película? ¿Y cuántas veces tu idea del momento ha sido completamente diferente a lo que realmente sucedió?
Creo que no existe persona que no haya experimentado esto, y si la hay, entonces prontó les tocará.

En las palabras de Alex Turner:
"Anticipation has the habit to set you up for disappointment..."

Mientras más anhelas algún momento, más situaciones improbables surgen en tu cabeza, y por más de que sepas que no es bueno dejarse llevar, es casi imposible evitarlo. Demasiadas veces he alimentado una idea en mi mente, la he imaginado, paso a paso, posibilidad por posibilidad, por demasiado tiempo, y llegado el momento mi 'idea perfecta' es destruida en tan sólo segundos. Y no es que la realidad sea necesariamente brutal (aunque existen casos en las que lo son), sino que tus expectativas eran tan altas, que en comparación cualquier cosa parece un golpe directo al estómago.

Un típico ejemplo de esto, por lo menos en el caso de las mujeres (especialmente antes o durante la adolescencia), es la idea del perfecto primer beso. Idea directamente sacada de las películas de Disney, o de cualquier otra película de ese tipo, o serie, o novela, en donde el hombre perfecto le declara su amor a la mujer y el clima es perfecto, justo durante un atardecer, seguro con pajaritos cantando, y muchas otras cosas parecidas. Además de eso, el beso en sí es mostrado como algo perfecto. ¿Y cuál es la brutal realidad? No conozco a ninguna mujer que no me haya dicho que su primer beso fue desagradable, extraño, incómodo, y otros adjetivos de conotación negativa. Supongo que habrán excepciones al caso, pero definitivamente la realidad no se mide a la ilusión que muchas crean.

La pregunta es, ¿acaso uno pensaría tan mal del hecho, si la expectativa no hubiera creado una ilusión irreal y perfecta? Definitivamente las cosas muchas veces se miden en base de la comparación, y en casos como este, uno compara las expectativas con la realidad. Si uno crea ideas tan perfectas, entonces es seguro decir que muchas veces se va a defraudar y va a pensar de su vida como un fracaso, pero esto no tiene porque ser verdad.

Para los que vieron la película '500 Days of Summer', hay una parte donde justo muestra el contraste entre las expectativas y la realidad, y eso es de lo que precisamente hablo. Para los que no han visto la película, deberían, pero algo así iba la escena:


Estoy segura que después de un par de veces en las que experimentas esa sensación de fracaso, comienzas a darte cuenta que no puedes hacerte ilusiones sobre las cosas, y uno trata de pensar realísticamente. Pero, aún así, te das el gusto de idealizar y soñar, diciéndote en todo momento "pero no hay forma de que pase", porque de cierta forma soñar así te hace vivir un poquito lo que no necesariamente va a pasar. Y acá está el problema, no importa que tan altas estén nuestras propias defensas, no importa que tanto te digas a ti mismo que sabes diferenciar lo posible de lo casi imposible, siempre existe esa parte de ti que piensa que esta pueda ser la excepción, de que esta vez tu sueño sí se va a cumplir. Y nuevamente, enfrentado con la realidad, el contraste es brutal.

Claro, que muy raras veces, cuando los planetas se alinean o algo, ocurre lo impredecible, y lo que ideaste se vuelve realidad. Lo más gracioso es que cuando esto pasa, igual nos sorprendemos como si nunca nos hubiéramos imaginado que podría pasar. Cuando la realidad no es nada en comparación a nuestras expectativas, nos frustramos, como si no hubiéramos predecido el resultado, y cuando la realidad nos sorprendé y nos da la satisfacción de ser equivalentes a nuestras expectativas, igual actuamos como si no hubiéramos predecido el resultado. Y otra cosa que pasa, es que, cuando todo lo que deseabas se cumple, la 'idea perfecta' pierde su encanto.

Personalmente, puedo decir que muchas veces he perfeccionado una idea demasiado, al punto en que la realidad se vuelve una nada. Lo raro es que no sabría decir si preferiría no haberlo hecho. Sí, el momento en donde te enfrentas con la realidad te causa una sensación negativa, pero es tan sólo un instante, en comparación a los varios momentos positivos que tienes mientras creas un mundo de ilusiones.

La verdad que no sé que es peor, el golpe que trae ser desilusionado, o la falta de emoción que trae el no soñar en absoluto.

4 comentarios:

  1. Felicito demasiado que hayas usado 500 days of summer, en serio esa parte va perfecto con lo que quieres decir; y además es una de mis películas favoritas.

    Y con respecto a la última línea, definitivamente creo que es peor la falta de emoción que trae el no soñar en absoluto. Las desilusiones duelen, pero enseñan y finalmente pasan. Y creo que los sueños son siempre un mecanismo para conocernos a nosotros mismos... no sé quién sería yo sin mis sueños.

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  2. Que seria de la vida sin los sueños, seria como una vida sin esperanzas, sin ilusiones, completamente gris para mi. Es verdad que existen desilusiones que nos pueden causar mucho daño, pero aun así, prefiero seguir viviendo con mis ilusiones y mis sueños.

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  3. Apenas leí el título pensé en esa escena de (500) Days of Summer, buenísima.

    Yo no puedo evitar proyectarme, lo malo es que lo hago casi siempre hacia lo que podría salir mal, proyectadas "a lo Castel", por lo que me termino limitando.

    En fin, gran post!

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  4. Me gustó bastante el tema, Mariafé. Yo creo que el soñar es una de esas cualidades que diferencia al hombre de cualquier otro animal. Hace un tiempo pensaba que el comprar un boleto de “La Tinka” era algo estúpido y una gran pérdida de tiempo y dinero. La posibilidad de que algún día ganara el gran sorteo era casi nula. ¿Por qué invertiría un par de soles para no recibir nada a cambio? Esto fue lo que pensaba hasta que le pregunté a un pariente porqué lo hacía. Su respuesta fue: Aquí yo no pierdo nada. Yo pago tres soles, y a cambio recibo toda una semana de sueños.

    Decidí intentarlo... compré mi “Tinka” y efectivamente, me pasé toda la semana pensando, ideando, soñando en que podría hacer si es que me ganaba la lotería. Obviamente sabía que la probabilidad de ganar era casi cero, pero sólo bastaba un simple “Pero que pasa si sí gano” para continuar con el gran listado. ¿Me quedaría con todo o lo donaría? Me compraría un carro, o tal vez una caja de helados Llevaría a toda mi familia y amigos al cine, y planearía un viaje. Daría el dinero a refugios de animales, o tal vez un orfanato. Llevaría a cenar a mis abuelos y les pagaría un crucero por el caribe. Las opciones eran infinitas y duraron toda una semana. No, no me gané la gran lotería, pero mis tres soles no fueron un desperdicio, porque a cambio, recibí toda una semana de ilusiones ilimitadas.

    ¿Algo estúpido y una gran pérdida de tiempo? No lo creo. Como dices Mariafé, la desilusión sólo dura un instante, pero los sueños pueden ser ilimitados y eternos. Eventualmente vamos a superar la desilusión de la realidad, escuchando esa nueva voz que dice: “Tal vez esta vez sí gano”, “ Puede que ahora sí suceda”. Esa voz que nos da esperanza de que algún día ese sueño sí pueda suceder.

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