jueves, 11 de agosto de 2011

Érase una... #FAIL: Yo vs. La Matrícula.

A fines del 2009 terminé el colegio, y a mediados de agosto del año siguiente me iba a 'los united' a estudiar. Nueve meses sin nada que hacer. Indudablemente el tiempo más largo posible sin estudiar desde que era lo suficientemente 'bebé' como para seguir haciéndome la pila en la cama. El problema es que yo toda mi vida he tenido cosas que hacer, y no fue hasta ese momento, que me di cuenta que para mí, estar sin qué hacer, especialmente por tanto tiempo, era algo inaguantable. Así, en mi momento de desesperación, decidí meterme a un par de cursos en la PUCP, además, algo aprendería, ¿no? Cabe recalcar que, a mí me gusta siempre hacer cosas, entre esas cosas, me gusta aprender, pero eso es muy diferente a que me guste estudiar, así que para el final del ciclo no había dado ni un sólo examen (o talvez uno) y tenía un promedio ridículamente bajo, que no es ni digno de ser mencionado. Pero eso no importaba, yo me iba a estudiar a otra parte, y mi promedio era una nota numérica sin ningún valor de peso detrás... o eso creía. Gran error. No fue hasta fines del 2010, cuando decidí regresar de Los Ángeles para estudiar en Lima, que las consecuencias comenzaron a retumbar.

Así, con mi retorno a Lima, comencé mi primer ciclo con un promedio de menos de 5 (sí, sobre 20), con un turno de matrícula de aproximadamente 3400/3500 (pero, mira, habían 100 personas peor que yo, y sigo sin entender cómo), y además con una ridícula frescura (por no decir otra palabra) de querer terminar clases antes de las 2pm en ciertos días, para poder trabajar en una producción de teatro. Ya andaba un año retrasada, y sin alguna sensación de preocupación real por recuperar todo el tiempo 'perdido'. Además, el tiempo es subjetivo, ¿no?... o por lo menos eso es lo que me gusta pensar.

Sorprendentemente, logré armar un horario bastante decente, y cumpliendo todas mis 'frescuras'. El único inconveniente fue que sólo llevaba cuatro cursos, pero, me decía a mí misma que no importaba, que iba a mejorar mi promedio y que el siguiente ciclo iba a ser mejor. Claro, todo tenía sentido. Efectivamente, mi promedio mejoró radicalmente, aunque todavía siendo bajado por el peso del 'ciclo desgracia', y mi turno de matrícula subió por varios cientos. Si no era suficiente como para darme el lujo de escoger los mejores profesores, era suficiente como para armar un horario decente con un número considerablemente 'normal' de créditos. Así, hace poco, hice mi nuevo horario, nuevamente con mis requisitos 'frescos' de terminar clases máximo a las 2pm, y después de invertir horas de horas (sin exagerar) haciendo mil tablas en Excel (exagerando), donde probé todo tipo de combinación de cursos para que algo encaje, todo llegó a funcionar perfectamente bien. Tenía 20 créditos, un número digno de un estudiante común y corriente, clases bastante interesantes, y tan sólo sacrificaba dos días, en los que tenía clases a las 7am (que en el frío de invierno, encima si vives encima de un cerro, es algo que pensar bastante). No podía estar más feliz con mi horario, y me felicitaba por mi capacidad de armar horarios a pesar de todos mis impedimentos.

Otra vez me iba a Máncora (esta vez sí me embarqué, con documentos completos a la mano, pero escuché como una aeromoza mencionaba como un pasajero no podía viajar porque no tenía DNI, y sentí una brutal simpatía hacia el sujeto desconocido), y entre preparativos de viaje y otros eventos de la vida, no había revisado el intranet de la universidad. Además, ¿qué tanto podía pasar? Ya me había asegurado de que no me hayan 'botado' de ningún curso, y todo debería estar perfectamente bien.

Nuevamente... Gran error. Porque claro, yo soy distraída, volada y a mí se me pasan las cosas por delante como si nada. ¿Fechas? No sé ni qué día estamos. Podrían estar denunciándome, diciéndome que tengo 72 horas para responder alguna carta, y yo me podría olvidar de llamar y contactar a quien sea que me esté denunciando (esta historia será contada en otro momento, porque, sí... pasó). El punto es que, cuando me matriculé en los cursos, y vi escrito en rojo algo como: "Usted no ha pagado la boleta 2011-2", no le presté mayor atención, y menos pensé que significaría que luego, al fijarme en el estatus de mis cursos matriculados, hubiese un texto al lado diciendo "Preinscripción anulada", ni que eso significaría que todas las horas invertidas en hacer un gran horario, o todo esfuerzo invertido en mejorar mi turno de matrícula se iría por el caño, o que tendría que hacer una 'matrícula presencial' con los cursos en donde habían sobrado espacios (cuando ni si quiera estaba en Lima para estar... presente), o que todo esto iba a poder averiguarlo recién el siguiente día, porque claro, era domingo y no podía llamar. Ni que iba a terminar llevando aún menos cursos de los que llevé el ciclo anterior. Porque claro, soy volada. Y fui lo suficientemente descuidada como para dejar que se pase la fecha de pago de la matrícula por tan sólo un día. Porque las letras en rojo no fueron suficiente. Pero, ya se arreglará todo el próximo ciclo, ¿no? A la tercera la vencida... #FAIL.

lunes, 8 de agosto de 2011

Érase una... #FAIL: El DNI Perdido.

Últimamente no se me ocurren cosas de qué escribir, no por que no hayan temas, sino que cuando se presentan, no estoy de humor para escribir, y luego me los olvido. Porque soy volada, distraída, y otros sinónimos parecidos. Y justo por eso presento esta nueva 'serie' de entradas de blog, donde escribiré sobre historias absurdas y cómicas (se requiere de cierta apreciación hacia el humor negro) que me suelen pasar... por ser volada, distraída, o por simplemente ser un gran imán hacia este tipo de situaciones.

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Mi pasaporte siempre ha permanecido guardado bajo llave. Esa llave siempre la han tenido mis padres. Era sólo natural, que después de regresar de viaje de Los Ángeles, les diera mi pasaporte para que lo guardaran en ese closet. Un par de meses después, en febrero, teníamos un viaje planeado a Máncora, y por razones de trabajo, yo no podía viajar con ellos, sino que debía ir unos días después. Todo estaba en orden, yo iba a viajar con mi DNI por mi cuenta, y de regreso, regresábamos todos juntos. No habían mayores rodeos, dudas, o complicaciones.

El día uno, ellos se fueron, el día cuatro, yo debía de partir. El día dos, en la noche, por primera vez en mi vida, perdí/me robaron la billetera (es necesario aclarar que efectivamente fue una combinación de ambas cosas, ya que dejé mi billetera en un lugar, sin realmente mayor cuidado, pero confiando en que estaba seguro, para que luego ya no estuviera, implicando que también me la robaron). Rebusqué tachos de basura a las 2 de la mañana, bolsa por bolsa, para ver si, en mi status de distraída, había botado mi billetera junto con una bolsa de Wong con comida terminada, pero nada, no encontré nada. Regresé a mi casa bastante frustrada y seguramente oliendo un poco como recogedor de basura, pero sin mayor preocupación, en mi mente volada no había pensad el hecho de que mi DNI estaba en la billetera, y que necesitaba ese documento para viajar dos días después. No fue hasta que alguien más me recalcó esto, que mis pulsaciones comenzaron a incrementar violentamente.

El proceso para sacar un duplicado de DNI demora como una semana, el closet donde siempre se guardaban los pasaportes estaba bajo llave, con la llave muy lejos ya, en Máncora. Indocumentada, sin métodos de solución, me sentí inútil. El siguiente día me puse a hacer todo lo que podía hacer: hacer una denuncia en la comisaría, iniciar el proceso de duplicado de DNI y obtener una copia legalizada por un notario de mi DNI. Mientras tanto sentía que un agujero se iba formando en mi bolsillo porque, estando también sin brevete, tuve que optar por movilizarme en taxis que me cobraban un ojo de la cara (ir en combi no era una opción considerando todos los lugares que tenía que ir en tan poco tiempo). Finalmente, hice mi check-in electrónico por la página web de LAN, y empaqué mi maleta, una suficientemente chica como para que en caso de emergencia sirva como maleta de mano.

El plan era el siguiente: Intentar check-ear mi maleta en el counter de LAN, presentando la copia legalizada de mi DNI, junto con la constancia de denuncia de la comisaría, junto con el ticket que decía que el duplicado de mi DNI estaba siendo procesado, y rogar que se compadezcan de mí. El plan B era botar todos los líquidos de mi maleta, y pasar de frente por aduanas, usando los mismos 'documentos' mencionados anteriormente, y nuevamente rogar que se compadezcan de mí. Además, un día antes, había llamado tanto a LAN como al aeropuerto, preguntando si podían dejarme pasar, y resultaron hacerme un ping-pong, en donde LAN me decía que seguían política del aeropuerto, y el aeropuerto me decía que todo estaba en las manos de la línea aérea, así que asumí que podían ser relativamente flexibles, si es que querían.

El plan inicial falló. El señor del counter no quiso dejarme pasar. Sin pensarlo dos veces, pasé al plan B, le dije adiós a mi shampoo, a mi recondicionador, a otros líquidos 'preciados' más, y emprendí mi rumbo hacia aduanas. "DNI a la mano por favor"... Enseñé la copia legalizada, y después de que el señor lo ojeara dos segundos, me dejó pasar sin mayor escándalo. "Ya está!", pensé. Sí sí. Claro. Ya esta... Lo que ya estaba era que ya estaba en el Gate, lo que ya estaba era que ya estaba lista para que una vez adentro del avión me llamen por el parlantucho ese a decir que salga del avión, y lo que ya estaba era que ya estaba lista para que me boten del avión y me cierren las puertas del Gate mientras decían "Ya nadie puede pasar, usted no tiene DNI, el avión está lleno". El señor del counter me tiró dedo. Nunca me cayeron bien los acusetas.

Con gran desánimo regresé a mi casa (luego de haber tenido que preguntarle a todo el mundo como salir del Gate, porque nadie parecía entender por qué querría salir para la dirección contraria a la usual...)

Lo gracioso de este tema vino después, la punzada de humor negro, que felizmente se dio unas semanas después, cuando ya no me amargaba tanto que me hayan botado del avión. Porque yo no tenía DNI para viajar, y claro, mi pasaporte como siempre debería haber estado en el closet, bajo llave. Debería, debería, debería. Porque yo, debería de haberlo devuelto cuando regresé de viaje de Los Ángeles, debería. Debería, pero no lo hice. Porque el pasaporte había estado todo el tiempo en un estuche encima de mi escritorio. #FAIL.