Esta historia se a monta altas horas de la noche, o madrugada, como quieras llamarlo, a un par de cuadras de un local/discoteca del que habíamos salido. El alcohol en la cabeza, la euforia de la noche, y la energía desbordante que plasmaba las calles. Una amiga quería un cigarro y yo le sugerí que viera a alguien fumando por ahí, y le pidiera uno. Claro, porque es tan normal pedirle un cigarro a un extraño en la mitad de la calle... es que, en verdad a esas horas, donde todo aquel en la calle sale de algún lugar o discoteca igual que tú, es creo, un poco normal. Al minuto, mi amiga ve a alguien fumando, pero le da cosa ir a pedirle el cigarro, así que voy yo, porque me encanta entablar conversaciones con completos extraños... claro.
Dicho sujeto se encuentra de espaldas, al parecer con un grupo de gente, y lleva una cartera colgando de su hombro. Cuidadosamente le toco el hombro mientras que pregunto: "disculpe, ¿me podría invitar un cigarro?". En ese momento voltea y me encuentro con una... mujer, pero de rasgos un poco masculinos, y que al responder "sí, claro" habla, no solo con un acento ligeramente argentino, sino que con una voz casi tan grave como la de Barry White. Travesti/Transexual, no puedo decir con seguridad qué era, pero segura estoy que no era completamente hombre ni mujer.
Le pregunto por su acento argentino, me explica que acababa de regresar de Argentina, y que se le había pegado un poco del acento, conversación casual, mientras buscaba el cigarro en su cartera. Veo que el grupo de personas con quien estaba se iba en un taxi, le digo que no se preocupe, que si se tiene que ir con ellos, se fuera, el cigarro ya no importaba, pero insistía en buscarlo y aclaró que no se iba con ellos en el taxi. Parece que mis dos interacciones con dicho sujeto le dieron pie a agarrar confianza conmigo, porque en breves segundos me estaba contando la tragedia de su vida: se había agarrado a otro y su esposo lo había visto... por consecuencia su esposo lo había dejado tirado en la calle, sin idea de cómo regresarse. Comenzó a llorar, seguía buscando el cigarro. Yo no entendía muy bien por qué se quejaba de que su esposo lo había dejado tirado ahí, porque después de todo, el travesti/transexual había besado a otra persona.
Insistí de nuevo en que el cigarro ya no importaba, parecía no encontrarlo en su cartera, y además, la conversación ya se ponía un poco densa para lo que yo esperaba fuera conversación casual de cortesía por el cigarro. Pero él/ella insistía, decía que sí tenía un cigarro, y me seguía llorando sus dramas. No me quedó otra que consolarlo/a, ¿qué más podía hacer? Le pregunté si quería a su esposo, porque, después de todo, seguía un poco confundida sobre por qué había besado a otro... Me respondió "¡Sí, lo peor es que sí lo quiero! Y el maldito me ha dejado acá tirada en la calle, y se ha ido". Lo único que se me ocurrió responder fue "No se preocupe, si lo quiere, entonces todo va a salir bien", que, siendo honestos, no siempre es el caso, pero algo de palabras de aliento había que darle a ese pobre individuo, que parecía estar teniendo un pésimo día, y a la vez, haciéndome el favor de regalarme un cigarro.
Finalmente lo encontró. Ahí estaba la cajetilla, enterrada bajo montones de cosas en su cartera. La abrió, y me la extendió para que sacara un cigarro. Lo cogí, lo prendí con la ayuda del cigarro que él/ella tenía ya prendido, le dije una vez más que todo iba a salir bien, pero que me tenía que ir, que mis amigos me estaban esperando, y me fui.